Lorea, un menú sorprendente

En enero fue mi cumpleaños. Desde que estamos juntos (mucho antes de que @ElTeamGordo naciera oficialmente) siempre ha sido tradición de esta pareja gorda sorprendernos con una comida o cena en un lugar nuevo. Pero de todos nuestros cumpleaños anteriores, nunca antes me habían sorprendido tanto como en Lorea.


Ir a comer a este lugar, ubicado justo en medio de la Colonia Roma (ni muy al norte, ni muy al sur), es toda una experiencia. Lorea es una casa con ventanales amplios y bonitos, que a simple vista no parece ser un restaurante. Al llegar, tocamos el timbre, nos preguntaron a qué nombre estaba la reservación y nos dieron la bienvenida.


Se trata de un lugar espacioso, de techos altos en el que las mesas están suficientemente separadas como para que no escuches la conversación de los de al lado -a menos que sean muy, muy gritones-. La atmósfera es elegante, pero a la vez relajada, y el servicio es sumamente esmerado, lo cual muestra que absolutamente todos quienes trabajan ahí tienen pasión por lo que hacen y saben de lo que están hablando.

Una vez que pedimos las bebidas, comenzó el viaje. Antes de entrar de lleno, quiero destacar la oferta de coctelería que tienen. Cortita pero bastante atractiva, con cocteles a base de gin, mezcal, vodka y whisky, complementados con ingredientes herbales y frutales. Probamos el Quetzalcóatl, con mezcal, piña y miel de agave, y el hibiscius secret, a base de vodka, manzana e hinojo.

Posteriormente, nos trajeron una cajita con una carta que nos daba la bienvenida a un viaje lleno de sabores, texturas y olores. Y así fue. Se trata de un menú de 14 tiempos, que según nos contaron, es personalizado cada noche, para cada mesa. Los primeros cinco tiempos, que denominan como snacks, son pequeñas explosiones de sabor que te preparan para lo que vendrá después.

Comenzamos con unos bocados de queso con hierbas y brotes, que no eran más que mini chicharrones de queso rellenos de una mezcla herbal muy fresca que contrastaba perfecto con el sabor del queso.

A continuación probamos unos mochis de menta y pistache. De éstos nos gustó particularmente la combinación de texturas entre el mochi que es medio gelatinoso, con lo crujiente del pistache, y además complementado con la frescura de la menta, da como resultado algo que me cuesta trabajo describir, pero estoy segura que nunca antes había probado algo similar, y que, además, fue sin duda uno de mis favoritos de todo lo que probamos en Lorea.

Después probamos unos ovillos de chicharrón marino, uno tenía relleno de queso y el otro tenía relleno de cítricos. Interesante y diferente, pero la verdad no fue nuestro favorito.

Una de las cosas que al ver en el menú francamente me causaba entre curiosidad y miedo, fueron los tendones crocantes con conserva casera. No sabía cómo imaginarme tal cosa, hasta que llegaron a nuestra mesa, como una especie de barquitos con la conserva adentro. Los tendones en realidad tienen un sabor muy delicado, lo interesante es la conserva.

Uno de nuestros favoritos en la sección de snacks fue el último, que además, como parte de la experiencia, te invitan a degustar en la barra de la cocina con una pequeña explicación del chef Oswaldo Oliva. Se trata de una chilacayota con encurtido de carne, que el chef nos explicaba que pasa por un proceso de encurtido de muchas horas para adquirir su textura y sabor dulce. Este último snack se sirve tibio y se come con la mano.

Después pasamos a la parte más “formal” del menú, y lo primero que probamos fue un praline cremoso de cacahuate, con nage de camarón y hierbas. ¿Qué es el nage? Se preguntarán, como nos preguntamos nosotros también. Se trata de una especie de caldo muy ligero, que aporta un sabor delicado al platillo.

El siguiente plato fueron unas verduras asadas con aderezo macedoine y jugo de pato. Este plato fue otro de nuestros favoritos sin duda: nunca creímos que las verduras pudieran saber tan bien.

A continuación, un pescado de roca servido en el concentrado de sus espinas. No lo encontramos escrito en ningún lado, ni nos lo mencionaron, pero por este plato y otro par que vimos en su carta, notamos una tendencia a aprovechar el ingrediente al 100%. Y el resultado, en este plato en particular, es un concentrado de gran sabor.

Nos encantó la mazorca de huitlacoche, cebada y pipicha. Como mucho de lo que probamos esa noche, nunca antes habíamos probado algo similar. Algo que nos pareció un detalle bueno e interesante, fue que para maridar este plato nos trajeron una copa de té verde caliente, ya que nos explicaban que las notas con sabor a alga que se encuentran en este té también las encontraríamos en el plato, y así fue.

El siguiente plato fue un rack de cordero con espárragos blancos a la parrilla, acompañado de una papa crujiente por fuera y suave por dentro. Además de ser un plato muy estético, la carne estaba jugosa y en su punto.

Por último, antes de pasar a una de nuestras partes favoritas -los postres-, cerramos con un consomé digestivo a base de ave (no preguntamos si era pato o pollo), complementado con más de 30 especias y hierbas como anís estrella, clavo, menta, y un largo etcétera. Y la verdad, aunque lo sirven en una tacita como para café espresso, me podría comer tres platos de este fresco y reconfortante caldito, y más en esta temporada de frío.

Finalmente, nos sirvieron tres postres: el primero, fueron unos mini biscochos de dátil, níspero y amaranto tostado, que tenían el toque perfecto de acidez y dulzura en un bocado.

Después, un bonito postre que consistía en mamey escalivado -que es una técnica de cocción típica de la cocina catalana- con helado de su hueso. Ninguno de los dos somos fans del mamey, pero en este formato nos gustó por fresco y diferente. Nunca habíamos probado el mamey así.

Por último, cerramos con un yogurt helado con un panal de miel de abeja y aceite de oliva arbequina, que también nos gustó mucho.

Un excelente detalle que tienen en Lorea, es sorprenderte (de nuevo) cuando estás en la parte de los postres, con una copa de champagne para cerrar todo con broche de oro.

El común denominador del lugar, y de todo lo que probamos ahí, fue la sorpresa. El uso de ingredientes comunes, de maneras originales, para dar un resultado totalmente inesperado. Lo recomendamos bastante para ocasiones especiales. Recuerden que sólo da servicio en la noche y sólo es con reservación.

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¿Dónde? Lorea CDMX, México.

Dirección: Sinaloa #141, Roma

www.facebook.com/loreamx/

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