¿Dónde? Fat Boy Moves. CDMX, México
Dirección: Tamaulipas 147, Condesa.
Sabor:
Originalidad:
Lugar:
Precio:
Sobre el lugar: Desde hace tiempo le traíamos muchísimas ganas a este lugar, que ofrece una fusión única de comida coreana-americana. Los chefs fundadores, Marifer Millán y Allen Noveck, se conocieron en NYC trabajando en restaurantes como Momofuku (uno de nuestros favoritos, esperen reseña próximamente) y Locanda Verde. Finalmente, se mudaron a la Ciudad de México y fundaron Fat Boy Moves en 2016.
Finalmente lo visitamos y la verdad es que no dejó NADA que desear. Para empezar, nos encantó el lugar: pequeñito, pero ambientado de manera que por momentos te sientes como si estuvieras en un restaurante neoyorkino en Lower East Side: decoración sencilla donde predomina un neón rosa, buena música, y una barra donde puedes ver a los chefs propietarios preparando tus alimentos.
Vale la pena destacar que éramos un grupo grande (llegamos a ser 9 personas más bebé en carriola), y la verdad el lugar no es apto para recibir grupos de estas características, ya que las mesas son pocas y pensadas para 4 personas cada una. Sin embargo, lo manejaron perfecto y nos juntaron dos mesas. El servicio fue 100% personalizado, nos hicieron recomendaciones y siempre nos respondieron con una sonrisa.
Pasando a lo más importante (la comida), Fat Boy Moves maneja una carta corta pero variada y sustanciosa, muy al estilo de Momofuku en Nueva York, que además se renueva constantemente. Nos sugirieron compartir todo al centro, así que la estrategia fue pedir uno (o varios) platos de cada uno. De lo que estaba en la carta en el momento, lo único que no probamos fue el sandwich de pork belly, pero estamos seguros que regresaremos eventualmente por él.
Todo lo que probamos nos encantó. De entrada, pedimos un plato de KFC, que no es más que coliflores fritas con una salsa agridulce/picante, que fue sin duda uno de los favoritos del grupo. Pedimos también la ensalada de jícama, que lleva naranja y berros. Es ligera y fresca pero con mucho sabor.
Como platos fuertes, pedimos Bibimbap (arroz con verduras, hongo y huevo), Kimchi Fried Rice (arroz frito con kimchi, elote y tocino, al cual puedes agregar arrachera) y pollo frito, que sirven en su punto -suave y jugoso por dentro, crujiente por fuera- y con miel. Ambos arroces son deliciosos y el pollo ni se diga. Terminamos pidiendo tres órdenes y ninguna duró más de 1 minuto en la mesa.
Al momento de los postres la elección es complicada, así que recomendamos primero, tratar de guardar buen espacio, y segundo, compartir para que puedan probar al menos dos. Nosotros probamos por supuesto las cochidonas, que se sirven con un shot de leche; las honey butter chips, que son papas fritas con helado de leche, mantequilla y miel; el Taiyaki, que es un bonito waffle en forma de pez con helado de leche y salsa de chocolate, con topping de froot loops; y el Mochicharito, que es el postre más lindo que hemos visto en la vida, y es helado de chícharo con menta, ganache de menta y crumbles de chocolate, en forma de tres chicharitos en vaina. Todos valen la pena, por el sabor y para la foto, pero los que más nos gustaron en cuanto a sabor fueron el Taiyaki y las honey butter chips.
No tienen gran variedad de bebidas, pero destaca el té verde con limón y jengibre, muy refrescante. Y la última agradable sorpresa que nos llevamos fue al ver la cuenta, porque los precios son verdaderamente accesibles, más si consideramos las porciones y sobre todo, la calidad de los alimentos y el esmero con que se nota que son preparados. Definitivamente esperamos grandes cosas de este lugar y de sus chefs.
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