La última y nos vamos - Cena especial con los participantes de Top Chef en Mexsi Bocu.
¿Dónde? Mexsi Bocu CDMX, México.
Dirección: Durango 359, Roma Norte.
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Sabor:
Originalidad:
Lugar:
Precio:
Sobre la cena: Como seguro ya se habrán dado cuenta, una de las cosas que más nos gustan en el mundo es la comida. Y otra de nuestras actividades preferidas es ver la tele. Cuando estas dos cosas se juntan en una sola, la formula está diseñada para que casi seguro nos hagamos fans. Eso sucede con Top Chef. Nos hemos visto casi todas las temporadas de Top Chef US y obviamente también las dos temporadas de Top Chef México que se han hecho hasta ahora.
Al ver Top Chef (y casi cualquier programa de comida), siempre nos quedamos con la espinita de saber a qué sabe lo que estamos viendo. Algunas veces hemos actuado sobre ese impulso y nos hemos dado a la tarea de visitar los restaurantes donde cocinan los chefs, o de intentar replicar los platillos, o de visitar las cadenas de comida rápida de las que hemos visto hablar en Fast Food Mania (pero eso es tema para otro post). Por eso, cuando nos enteramos de que había oportunidad de probar reunidos en un lugar algunos de los mejores platos de los participantes de la segunda temporada de Top Chef México, no dudamos en apuntarnos.
La semana pasada, previo a que se transmitiera el final de temporada de Top Chef México -donde, por si no se han enterado, ganó el título 100% merecido Gabriel Rodríguez-, algunos de los concursantes organizaron un par de cenas para festejar el cierre de la serie. Una de las cenas fue en Mexsi Bocu, donde recientemente Diego Sobrino debutó como head chef, y la otra en Fonda Fina, del chef Juan Cabrera (pueden leer nuestra reseña aquí). La verdad es que por nosotros, hubiéramos ido a las dos, pero sólo conseguimos reservación en Mexsi Bocu.
Al llegar, nos recibieron con una refrescante margarita preparada con José Cuervo Tradicional.
El primer plato, uno de nuestros favoritos de la noche, confeccionado por la chef Elia Herrera, fue un ceviche de trucha salmonada con manzana y uva verde bañado en una vinagreta de chile habanero. Nos encantó la frescura de los sabores, combinada con el picosito del habanero, y el toque dulce de la fruta. Excelente manera de entrarle a la experiencia. El maridaje para este platillo fue un tequila reposado Reserva de la Familia, que resaltaba muy bien la acidez del ceviche.
Después disfrutamos una ensalada de sardina con chintextle -que es una salsa oaxaqueña hecha de chile pasilla y camarón seco- elaborada por la finalista Ixchel Ornelas. Aunque de entrada nos pareció que era algo demasiado "sencillo" como para ser el plato que representaba a quien en ese momento tenía aún posibilidades de ser la ganadora de Top Chef, al probarla nos dimos cuenta que hasta las ensaladas tiene su grado de complejidad. Nos gustó la manera en que la salsa se integraba con los vegetales y la sardina, aunque vimos que quizá el nivel de picor era demasiado elevado para algunos paladares, porque nos tocó ver gente sufriéndole bastante en mesas vecinas. La ensalada se sirvió con cerveza Tempus Reserva Especial, cuyo amargor para nuestro gusto sí ayudaba a apaciguar un poco el efecto picante.
A continuación, probamos el plato del chef anfitrión, Diego Sobrino: una gordita de chicharrón con escamoles y queso camembert, servida en un espejo de frijoles y maridada con cerveza Tempus Doble Malta. Mención especial a la presentación del plato que se veía tan lindo que dolía poquito partir la gordita para empezarla a comer. Los sabores muy bien combinados, el queso con el chicharrón y lo crujiente del maíz, aunque para nuestro gusto el sabor tan sutil de los escamoles se perdía un poco.
El cuarto tiempo fue para nuestro gusto lo mejor de la cena, y no lo decimos sólo porque fue preparado por Gabriel Rodríguez, a.k.a. Top Chef, sino porque en verdad nos sorprendió la combinación de sabores que nunca antes habíamos probado. Se trató de una totoaba con beurre blanc de hoja santa, puré de chirivia, hongos y eneldo. La totoaba es un tipo de pescado originario del Mar de Cortés, que según nos informa nuestro buscador de confianza, es uno de los pescados más caros de México, en especial su buche. El beurre blanc es una salsa francesa (obvio) de mantequilla con vino blanco y chalotas, que en la versión de Gabriel incorporó hoja santa también. Y por último, la chirivia es un tipo de hortaliza similar a la zanahoria pero de un color pálido y de sabor delicado. La mezcla de todos estos elementos resultó en algo muy difícil de describir pero que definitivamente, conquistó nuestro paladar y nuestro corazón. El maridaje perfecto para los sabores delicados pero memorables de este plato fue un vino Rosé d'anjou, Jean Sablenay.
Después de probar la maravilla de la totoaba, nos sirvieron un lomo de cerdo ibérico acompañado de una quenelle de hongos silvestres y un puré de coliflor, de la autoría de Alexander Suástegui, maridado con tequila Reserva de la Familia Extra Añejo. Gracias a la técnica de cocción sous vide, que significa que se calienta la carne a temperatura baja durante largos periodos -que pueden ser de hasta 24 horas o más-, el cerdo estaba jugoso y tierno. Combinaba muy bien con el puré de coliflor que estaba espectacular y nos prueba una vez más la versatilidad de este elemento que se va popularizando cada vez más. La quenelle de hongos tenía sabores muy intensos, en parte por el tipo de hongos y en parte por los condimentos que los acompañaban. Esta intensidad no necesariamente era para todos los paladares.
El cierre con broche de oro fue con un pie de limón reinterpretado por la chef Najla Vargas, maridado con tequila Reserva de la Familia Platino que definitivamente resaltaba todos los sabores del postre. Este plato nos enamoró desde la vista, con su carcaza de azúcar (suponemos, combinada con otras cosas) en forma de limón amarillo, que al romper descubrimos una crema de limón muy sutil pero que, combinada con el azúcar, el helado, los breadcrumbs y el merengue que componían todo el platillo, realmente recordaba al pie de limón más tradicional que hacen nuestras mamás, pero con un toque de sofisticación. Delicioso, si no fuera mal visto hubiéramos sin duda lamido el plato (estuvimos a punto).
El balance general fue bastante bueno. La calidad de los alimentos, el concepto, el maridaje, la experiencia, todo nos gustó mucho. El maridaje fue con tequila José Cuervo en diferentes variedades, cerveza Tempus y vino rosado francés, y aunque en algunos casos se sintió un poco forzado, en otros ayudaba a resaltar los sabores del platillo.
Nos fuimos a casa muuuuy llenos, pero contentos, satisfechos, esperando con ansias el final donde justo como pronosticábamos, ganó Gabriel. Ahora vamos a seguir de cerca los pasos de estos jóvenes chefs que tienen buen camino por delante y estaremos visitando a todos los que podamos en sus respectivos restaurantes.