¿Dónde? Sal de Grano. Acapulco, Guerrero, México
Dirección: Boulevard de las Naciones #18, dentro de Plaza la Isla.
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Sabor:
Originalidad:
Lugar:
Precio:
Sobre el lugar: Somos de los que podemos ir a Acapulco una y otra vez y nomás no nos cansa. Nos encanta ir a Barra Vieja (verán muy pronto la reseña de nuestro lugar favorito para comer ahí), el clima y la conveniencia de que en 4 horas ya estás ahí. En los últimos años, lamentablemente el puerto parece haber cambiado sólo para mal, por eso siempre es agradable llevarnos sorpresas y descubrir que Acapulco sigue teniendo mucho que ofrecer.
Estábamos hospedados en Punta Diamante y decidimos salir a cenar. No llevábamos un plan claro en mente así que fuimos a La Isla a ver qué nos encontrábamos. La verdad, no llevábamos grandes expectativas.
Fue así como nos topamos con Sal de Grano, un restaurante ya no tan nuevo (nos enteramos que abrió en diciembre de 2015) que destaca entre los restaurantes de cadena que encontramos en La Isla.
Para empezar, nos llamó la atención el lugar. Se trata de un espacio amplio y muy bien decorado, lleno de espejos, diferentes atmósferas creadas por candelabros y lámparas y otros detalles que te hacen sentir en un lugar fancy, sin llegar a ser pretencioso. En cuanto entras, te olvidas de que estás dentro de un centro comercial.
La comida nos gustó mucho. Tienen una carta donde destacan las preparaciones con mariscos, pero también existen muchas opciones para aquellos que no comen nada del mar. Muchas cosas se nos antojaban y esperamos regresar a probarlas, pero en esta ocasión elegimos unos tacos de camarón BCS, que se sirven en tortilla de jícama, acompañados de diferentes salsas y mango, que le dan un contraste al toque clásico de tacos Baja que da la ensalada de col que los acompaña. Para nosotros, estos tacos fueron la estrella de la cena y seguro son de los favoritos del lugar, definitivamente vale la pena probarlos.
A la hora de los platos fuertes, elegimos una galleta de cangrejo (que en realidad es como una croqueta, servida en una salsa de pimiento y acompañada de varias salsas diferentes que al parecer son parte de la especialidad de la casa) y un asado de camarones (sí, nos gustan mucho los camarones) acompañado de arroz jazmín. No sabemos si coincidió que los platos que pedimos incorporaban sabores similares, o más bien es el sello del chef, pero el hilo conductor que encontramos fue la combinación de picante-dulce.
Los postres también suenan bastante bien. Nosotros pedimos churros con helado y aunque no fueron nada del otro mundo, cumplieron bien.
Mención aparte a la presentación de todos los platillos. Nos queda claro que para el chef cada plato es como un lienzo en blanco y que da la misma prioridad a los sabores, que a los colores y estética de cada cosa que sirve.
Por otro lado, el chef se ha sabido acompañar de un buen mixólogo. Cuentan con una carta de cocteles donde el gin y el mezcal son protagonistas, y los mezclan con diferentes hierbas, frutas, infusiones, licores y hasta champagne.
El servicio es excelente, los meseros te preguntan qué te gusta y hacen recomendaciones acorde a eso que al menos a nosotros no nos decepcionaron. Los precios no son tan elevados como se podría creer para un restaurante de estas características. Si están en Acapulco recomendamos al 100% que le dediquen una noche a este lugar.
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