El sabor de Brasil en MX
¿Dónde? Garota Boteco CDMX, México.
Dirección: Tabasco 46 , Roma.
Sabor:
Originalidad:
Lugar:
Precio:
Sobre el lugar:
A riesgo de que nos dejara de hablar para siempre nuestra perrita Penny Lane por pasearnos en los alrededores de su doggy park favorito -Jardín Pushkin- sin ella, visitamos Garota Boteco, un restaurante de comida brasileña dentro de Purveyor 46, un complejo culinario dentro de una casona antigua remodelada en la calle de Tabasco, en la colonia Roma.
Los botecos cariocas nacen en los 60's, cuando comienzan a surgir establecimientos sencillos dentro de bodegas que en sus inicios se caracterizaban, además de servir cerveza y botanas para compartir, por ser el centro de reunión por excelencia para los cariocas cool de aquél entonces, donde nacieron y se fortalecieron movimientos como la bohemia carioca y el bossa nova.
No sólo se conserva hoy en día la tradición de los botecos, sino que además se exportan a todas partes del mundo. Este pequeño lugar en la Roma sigue el modelo del tradicional Boteco brasileño. Logran crear una atmósfera muy auténtica que con pequeños detalles -que van desde la música, el tradicional grabado de las banquetas cariocas, hasta coloridas puertas y paredes de madera y pósters en el baño y pasillos con íconos basileiros como la típica postal del Pan De Azúcar, la letra y música de la Garota de Ipanema de Antonio Carlos Jobim, o la envoltura de los tradicionales biscoito Globo (que son a las playas de Río lo que las empanadas a las de Acapulco)- te transporta a Río de Janeiro desde el momento en que entras.
Algo que siempre habla bien de un lugar de comida tradicional de alguna parte específica del mundo, es ver gente oriunda de ese lugar como parte de la asistencia. Así sucede en Garota Boteco: el día que fuimos, no sabemos si fue coincidencia o es lo común, pero notamos que una buena parte de la asistencia que llenaba sus no más de 10 mesas eran brasileños, al igual que parte del staff.
La comida es diferente de lo que la mayoría conocemos en México como restaurante brasileño. Aquí no existe el concepto de rodizio, así que no vayan esperando espadas y atascarse de carne y side dishes. Cuentan con un menú a la carta, que ofrece buena variedad de entradas y especialidades. Si así lo deseas, también puedes optar por pedir una tabla de carne (en nuestro caso, éramos un grupo de 6 personas y sí hubo quien se decidió por probar la picanha, que venía acompañada de yuca frita, y no se decepcionó).
Como entradas, pedimos unos bolinhos de bacalhau, que son croquetas de bacalao y papa.
No podía faltar también como entrada una orden de pão de queijo (pan de queso), que fue de lo más delicioso que hemos probado. Sabor auténtico, con mucho queso, y además los sirven calientitos. Después de probarlos, ya no queremos volver a comer los de Starbucks nunca más.
No pudimos evitar pedir una ensalada Tropicalia, que se veía tan bonita que no queríamos comérnosla pero pues el deber llamaba. Se trata de un tartar de atún fresco con mango, pepino y caviar de tapioca. Aquí las opiniones se dividieron: a mí me pareció que se veía mejor de lo que sabía, no me encantó que la tapioca se sentía con demasiada vinagre y por lo tanto se pasaba de acidez, pero al otro gordito le gustó justo eso.
Al elegir platos fuertes, nos decidimos por un escondidinho, que es un platillo muy tradicional y es básicamente como la versión brasileira de la lasaña: una capa de carne deshebrada, cubierta por una capa gruesa de puré de yuca, gratinado con queso parmesano. El plato nos pareció bastante rico, tanto en sabor como en densidad: se sirve en una cazuelita que a simple vista pareciera que es poco, pero resulta bastante llenador.
Pedimos también un risotto Carmen Miranda -que como dato cultural, fue una estrella de la comedia musical en Brasil-, que sirven con camarones flameados al mezcal, plátanos caramelizados y queso brie. No creemos que esto sea tan tradicional, sin embargo no pudimos resistirnos a esa combinación Brasil-México-Francia-Italia y resultó ser un acierto. Lo que más nos gustó y lo que lo hace más especial es el aporte del plátano macho.
En nuestra mesa también se pidió el Prato Feito, que es la comida de un día cualquiera de los brasileños, y es una combinación de arroz, frijoles, picaña, yuca frita, plátano frito y un huevo estrellado. No lo probamos, pero escuchamos muy buenos comentarios al respecto y la verdad se veía bastante bien. Eso sí, muy bien servido.
El postre era una de las cosas que esperábamos con más ansias, por una simple palabra: brigadeiro. Los brigadeiros son los postres más típicos de Brasil y consisten en una mezcla aparentemente simple de leche condensada, chocolate y mantequilla. Pedimos entonces el Trío Garota, que incluye un brigadeiro, un flan napolitano y un flan de yema, todos en formato chiquito (y qué bueno porque la verdad, ya no nos cabía mucho más). Los flanes cumplieron pero el brigadeiro nos encantó. De ser posible, hubiéramos pedido mejor una orden de brigadeiros.
En cuanto a las bebidas, cuentan con una buena variedad, pero la estrella como es de esperarse son las caipirinhas, que hacen de diferentes sabores como maracuyá, pepino y frutos rojos, entre otras. Nosotros probamos la de maracuyá y la tradicional, y nos gustaron.
Recomendamos mucho darse la oportunidad de probar verdadera comida brasileña tradicional en esta pequeña joya escondida en Purveyor. Y por si se quedaron con el pendiente, Penny Lane no nos ha dejado de hablar porque no se enteró que pasamos por su parque sin ella, así que por favor no le digan.